
Cuando nuestros peques tienen fiebre, es normal que nos preocupemos. Es una de las principales razones de consulta pediátrica y, en muchas ocasiones, un motivo de angustia para las familias. Sin embargo, ¿sabías que la fiebre en niños no es un enemigo, sino un mecanismo de defensa natural del cuerpo? En este artículo, vamos a entender qué es la fiebre, por qué aparece, cuándo es necesario tratarla y en qué situaciones deberíamos acudir al médico.
¿Qué es la fiebre y por qué aparece?
La fiebre en niños no es una enfermedad en sí misma, sino una respuesta del organismo ante una infección. Se trata de un aumento de la temperatura corporal con el objetivo de dificultar la reproducción de virus y bacterias, facilitando así la respuesta del sistema inmunológico. Por tanto, la fiebre es una perfecta aliada que nos avisa cuando hay que combatir algo y un indicativo de que nuestro cuerpo funciona correctamente. Además, como el cuerpo es sabio y no nos va a dejar a altas temperaturas mucho tiempo, suelen ser picos de temperatura que se regulan solos: llega a un pico durante un periodo de tiempo, posteriormente baja un poco para “descansar” y retoma esa subida de nuevo.
¿Cuándo tratar la fiebre?
Uno de los mitos más extendidos es que hay que bajar la fiebre en niños a toda costa. Sin embargo, el objetivo del tratamiento no es eliminar la fiebre por completo, sino garantizar el bienestar del niño. Dejaremos que la fiebre haga su trabajo, siempre bajo una atenta supervisión, si está tranquilo, juega o duerme sin dificultad, ya que reducir la temperatura con un antitérmico hará que esos virus sigan viviendo y se pueda alargar su recuperación. En cambio, si está molesto, irritable, decaído o tiene dificultad para conciliar el sueño, podemos administrarle un antitérmico, ya que el descanso también es necesario en este proceso.
Tal y como hemos dicho, la fiebre en niños no es dañina, pero lo que puede ser dañino es la infección o inflamación que la provoca. La mayoría de veces son virus que el sistema puede combatir por si solo. Normalmente esto dura 2-3 días, cada vez pasa más tiempo entre picos y esos picos van siendo más bajos. Igualmente, deberemos tener en cuenta ciertos signos que nos alertan que podría ser algo más que un virus de resfriado común:
- Bebés menores de 3 meses: Su sistema inmunológico es inmaduro, por lo que cualquier fiebre en esta edad hay que acudir a urgencias.
- Fiebre que dura más de 48-72 horas sin mejoría: Si los picos febriles son frecuentes y no se observa una evolución favorable pese a tratar la fiebre, es importante consultar.
- Fiebre superior a 40°C: Aunque la fiebre alta por sí sola no es peligrosa, en algunos casos puede indicar una infección más grave.
- Dificultad para respirar: Respiración rápida, hundimiento del pecho o uso excesivo de los músculos del cuello para respirar son signos de alerta.
- Manchas en la piel que no desaparecen al presionar: Las petequias pueden indicar una infección grave.
- Dolor de cabeza intenso y rigidez en la nuca: Si el niño no puede mover el cuello o siente dolor al intentar tocar el pecho con la barbilla, es motivo de consulta urgente.
- Convulsiones febriles: Si el niño tiene una convulsión o pierde el conocimiento, se debe buscar atención médica de inmediato.
- Vómitos o diarrea persistentes: Pueden provocar deshidratación, especialmente en bebés y niños pequeños.
Por supuesto, ante cualquier duda se debe realizar una consulta pediátrica para que nos den asistencia. Muchas veces, una llamada telefónica puede ser suficiente para recibir orientación.
Recomendaciones para el manejo de la fiebre en niños
- Quitar el exceso de abrigo: Es un error abrigar en exceso a los niños con fiebre. Si tienen escalofríos, podemos cubrirlos con una manta ligera, pero sin sobrecalentarlos.
- Ofrecer líquidos: La fiebre aumenta la pérdida de líquidos por sudoración, por lo que es fundamental mantener una buena hidratación.
- Uso de antitérmicos: Se pueden administrar antitérmicos en la dosis adecuada según el peso del niño. No bajan la fiebre completamente, sino que reducen la temperatura en 1-1.5°C y mejoran el bienestar.
- Baños con agua templada: Sumergir al niño en agua caliente o fría no es recomendable. Un baño corto con agua templada puede ayudar a reducir la temperatura de manera gradual.
La fiebre es un mecanismo de defensa natural y, en la mayoría de los casos, no representa un peligro. No es necesario bajar la fiebre en niños de inmediato si se encuentra bien, ya que forma parte del proceso de recuperación. Lo más importante es observar su estado general y seguir las recomendaciones básicas: hidratación, descanso y control de síntomas. Y, antes cualquier duda, es fundamental acudir a los servicios médicos. La fiebre puede ser preocupante, pero con la información adecuada, podemos manejarla de manera segura y efectiva.
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