
Una de las preguntas relacionadas con la comida que más suelen hacerse las familias es: “¿Cuánto debe comer un niño?”. La respuesta, aunque sencilla en esencia, puede parecer complicada porque cada niño es diferente y su apetito varía según su edad, actividad y crecimiento. La realidad es que, al igual que los adultos, los peques deben comer hasta donde quieran y escuchar a su propio cuerpo siempre y cuando estén sanos y activos como veremos en este artículo.
Comer por hambre, no por rutina
Los niños nacen con la habilidad innata de reconocer cuándo tienen hambre y cuándo están saciados. Su instinto es perfecto: si tienen hambre, abrirán la boca, se inclinarán hacia la comida y comerán; si no tienen hambre, cerrarán la boca, apartarán la cabeza o simplemente no comerán. Nuestra tarea como adultos no es imponer cantidades ni horarios estrictos, sino ofrecer alimentos sanos y variados y respetar sus señales.
A veces, los adultos comemos por aburrimiento, por costumbre o por motivos sociales, como en reuniones o celebraciones. Los niños, en cambio, comen principalmente por hambre. Si no tienen hambre, no comerán, y eso está completamente bien. Cuando forzamos a un niño a comer más de lo que su cuerpo necesita, o lo distraemos con juguetes o pantallas para que “termine el plato”, estamos interfiriendo en su capacidad de aprender a regular su hambre y saciedad. Esto puede crear una relación complicada con la comida en el futuro: estrés, rechazo a ciertos alimentos o incluso comer en exceso por razones emocionales.
Es importante entender que cuánto debe comer un niño puede variar de un día a otro. Por ejemplo:
- Si un día ha estado menos activo, necesitará menos energía y probablemente comerá menos.
- Si ha desayunado mucho, es posible que su apetito a la hora de la comida sea menor.
- Su crecimiento no es lineal: hay etapas en las que comen mucho porque están creciendo rápido, y otras en las que comen menos sin que esto sea motivo de preocupación.
La clave es confiar en sus señales y no en nuestras suposiciones sobre cuánto debe comer un niño.
Cómo servir la comida
A la hora de poner la comida en el plato y ver cuánto debe comer un niño, menos suele ser más. Los niños se sienten más cómodos con porciones pequeñas que pueden terminar por sí mismos. Si ponemos demasiada comida, puede generar agobio o distraerlos, convirtiendo la hora de comer en un momento de conflicto o juego. Lo ideal es servir una cantidad moderada y ofrecer más según lo vayan pidiendo. Esto no solo facilita que coman mejor, sino que también les enseña a escuchar su propio cuerpo y a tomar decisiones sobre cuánto quieren comer. Aprender a autorregularse es una habilidad que les acompañará toda la vida.
Otro aspecto fundamental es respetar los gustos y preferencias de los peques. Todos tenemos alimentos que nos gustan más y otros que menos, y los niños no son la excepción. Si a tu hijo no le gusta el brócoli pero disfruta del calabacín, no tiene sentido obligarlo a comer algo que le desagrada. Lo importante es que coma alimentos variados y nutritivos. Es común que las preferencias cambien con el tiempo: un alimento que antes adoraban puede dejar de gustarles y viceversa. Por eso, es recomendable volver a ofrecer alimentos que no comían antes, sin presionar, simplemente para ver si quieren probarlos de nuevo. La exposición repetida y respetuosa es la mejor manera de ampliar su paladar sin conflictos.
Señales de que están comiendo bien
Aunque los niños varían mucho en cuánto comen, hay indicadores que nos pueden ayudar a asegurarnos de que se alimentan correctamente:
- Crecen de manera adecuada para su edad.
- Mantienen niveles de energía acordes con su actividad diaria.
- Están sanos, felices y activos.
Si estos signos están presentes, podemos confiar en que, aunque a veces coman menos o más de lo esperado, están recibiendo la nutrición que necesitan.
Un error común es comparar la cantidad de comida de un niño con la de otro o con cuánto debe comer un niño según tablas y guías. Esto puede generar ansiedad y presionar al niño innecesariamente. Cada niño es único y su apetito también lo es. Lo que un día parece poco, al siguiente puede ser suficiente, y eso está dentro de la normalidad.
Cómo acompañar en su alimentación
- Ofrecer variedad: Presentar alimentos diferentes en cada comida para que conozcan sabores y texturas.
- Respetar su apetito: No obligar a comer más de lo que quieren.
- Permitir elecciones: Dejar que elijan entre opciones saludables.
- Evitar distracciones: Comer sin pantallas ni juguetes ayuda a que se concentren en su hambre y saciedad.
- Repetir la oferta: Si no quieren algo, volver a ofrecerlo más adelante sin presión.
- Hacerles participes: Dejarles que vean y participen en la preparación les da más interés en la comida.
La alimentación infantil no tiene que ser un campo de batalla ni un motivo de preocupación constante. La clave está en ofrecer alimentos saludables, observar las señales de hambre y saciedad de nuestros hijos y confiar en que, en la mayoría de los casos, ellos saben perfectamente lo que necesitan. Respetar su apetito, sus gustos y su ritmo de crecimiento no solo garantiza una buena nutrición, sino que también les enseña a desarrollar una relación sana y autónoma con la comida que les acompañará toda la vida. Recuerda: los niños comen cuando tienen hambre, y si no tienen hambre, no comen. Tan simple y tan poderoso entender cuánto debe comer un niño como eso.
Leave a comment