
Puede parecer que el parto marca el final de la gestación, sin embargo, diversos expertos en desarrollo infantil afirman que, en realidad, el nacimiento da inicio a un periodo crucial conocido como exterogestación: los primeros meses de vida en los que el bebé continúa su proceso de maduración fuera del útero materno. Este concepto, que cada vez es más reconocido en el ámbito de la maternidad, explica por qué los recién nacidos son tan dependientes del contacto, el movimiento y la cercanía de sus cuidadores, especialmente de la madre. En este artículo te contaré en qué consiste la exterogestación, cuál es su origen evolutivo y cómo podemos acompañar a nuestros bebés durante esta etapa tan importante.
¿Qué es la exterogestación?
La palabra exterogestación hace referencia a la “gestación extrauterina”, es decir, al tiempo que un bebé necesita fuera del útero para completar su desarrollo físico y neurológico. Aunque el parto ocurre aproximadamente a los 9 meses de embarazo, desde un punto de vista biológico, los bebés humanos nacen en un estado mucho más inmaduro que el de la mayoría de especies mamíferas. Un dato curioso es que, según algunos antropólogos, en nuestros orígenes evolutivos la gestación humana duraba más tiempo. Con la evolución de la bipedestación, la forma de nuestra pelvis cambió para adaptarse a caminar erguidas, reduciendo el espacio disponible para el parto y, por tanto, acortando el tiempo de gestación. Por este motivo, nuestros bebés nacen con un sistema nervioso y motor por desarrollar. Estos primeros 9 meses fuera del útero son una continuación del embarazo, un periodo en el que el bebé depende completamente dl contacto y cuidado constante.
¿Has notado cómo los recién nacidos tienen un reflejo automático de agarre en las manos y pies? Este reflejo primitivo es un vestigio de nuestra naturaleza como especie porteadora. Al igual que las crías de marsupiales que permanecen en la bolsa de su madre, nuestros bebés están diseñados para pasar sus primeros meses muy cerca del cuerpo materno. El contacto piel con piel y el porteo no son solo prácticas recomendadas por especialistas, sino necesidades biológicas. Los bebés están programados para buscar el calor, el olor y el latido del corazón de su madre, ya que esto les proporciona una sensación de continuidad con el entorno uterino. No es un capricho, es una necesidad básica, como comer o dormir.
¿Cuánto dura la exterogestación?
Aunque el término se asocia a los primeros 9 meses de vida, muchos expertos consideran que este periodo de dependencia y desarrollo intenso se extiende durante los dos primeros años. Esto no significa que el bebé no gane autonomía poco a poco, pero sí que su necesidad de contacto, brazos y acompañamiento sigue siendo intensa hasta que logra desplazarse y explorar el mundo por sí mismo. Sin embargo, esto no quiere decir que dejen de necesitar la presencia y la cercanía de sus cuidadores. Más bien, es el inicio de una nueva fase de exploración, en la que saber que mamá o papá están cerca sigue siendo su principal fuente de seguridad.
Un cerebro en desarrollo
El cerebro del bebé es tremendamente inmaduro al nacer. De hecho, su desarrollo neurológico se extiende hasta aproximadamente los 2 años de edad, siendo los primeros 1000 días (desde la concepción) una etapa crítica. Cuando un bebé llora y se calma en brazos, no lo hace porque “manipule” o porque “se salga con la suya”. Llora porque necesita sentirse seguro, regulado y acompañado. Tomarlo en brazos es simplemente responder a su necesidad básica de protección y afecto. Los brazos no malcrían, los brazos crían. Durante los primeros meses de vida, el bebé no tiene capacidad para manipular de manera intencional.
Las conexiones neuronales que permitirán un lenguaje, el razonamiento o la autorregulación emocional todavía están en construcción. Por eso, sus formas de comunicación son puramente instintivas: llanto, movimientos reflejos, búsqueda del pecho y contacto visual. Es importante entender que responder a las señales del bebé no solo lo calma, sino que construye su cerebro. Cada vez que se siente escuchado y atendido, su sistema nervioso se regula, se reduce la producción de hormonas del estrés y se fortalecen los vínculos de apego seguro, fundamentales para su desarrollo emocional.
Cómo acompañar a tu bebé durante la exterogestación
Entender la exterogestación cambia por completo nuestra visión de la crianza en los primeros meses. En lugar de preguntarnos “¿cómo hago para que mi bebé no me necesite tanto?”, podemos enfocarnos en crear un entorno que le ayude a sentirse seguro, amado y sostenido. Algunas formas de acompañar este periodo son:
- Porteo ergonómico: Usar mochilas, fulares o bandoleras que permitan llevar al bebé cerca del cuerpo de forma segura. Esto no solo calma al bebé, sino que también facilita nuestra vida diaria.
- Contacto piel con piel: No es algo exclusivo de las primeras horas tras el parto. Mantener este contacto ayuda a regular la temperatura, el ritmo cardíaco y el estrés del bebé.
- Responder a sus señales: Cuando llora o se inquieta, ofrecer brazos, consuelo y cercanía. Esto no “malcría”, sino que construye un apego seguro.
- Ambiente tranquilo: Los recién nacidos provienen de un entorno cálido y silencioso. Intentar mantener un ambiente relajado y con estímulos suaves puede ayudarlos a adaptarse mejor.
- Rutinas predecibles: Aunque un recién nacido no entiende de horarios, sí percibe la repetición de patrones: el momento del baño, la voz de su madre, la hora de dormir. Todo esto le da seguridad.
La exterogestación nos invita a mirar la maternidad con una perspectiva más natural y respetuosa. Entender que nuestros bebés no están “mimados” por querer brazos, sino que están terminando de gestarse fuera del útero, nos ayuda a ofrecerles el cuidado que realmente necesitan. Criar desde el contacto, la cercanía y la empatía no solo calma a nuestros hijos, sino que también crea las bases de una infancia más segura y feliz. Entender esto nos libera de culpas y falsas creencias, y nos permite disfrutar más del contacto y la crianza.
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